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Tilly en El Gran Torneo del Bosque

Actualizado: 15 ago 2024


 
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Tilly en El Gran Torneo del BosqueHumberto Moheno

En el corazón de un bosque lleno de vida, se celebra el Gran Torneo anual donde los animales compiten en una carrera para demostrar quién es el más rápido. Este año, la carrera es en parejas, y Tilly, una tortuga conocida por su paciencia, se encuentra emparejada con Lili, una liebre sarcástica y veloz. A medida que avanzan en la carrera, descubren que la verdadera fortaleza no radica en la velocidad, sino en la cooperación y la perseverancia. Aunque otros animales hacen trampa o se lastiman en su afán por ganar, Tilly y Lili encuentran el éxito al trabajar juntas. Con un inesperado giro final, las dos aprenden que la verdadera victoria está en lo que se aprende en el camino y en la amistad que se forma a lo largo de la aventura. Una historia divertida y conmovedora que enseña la importancia del trabajo en equipo y la paciencia.

Me llamo Tilly y soy, sí, lo sé, una tortuga. Pero no una tortuga cualquiera, no señor. Soy esa tortuga que los demás miran y dicen: “Pobre Tilly, ¿para qué se esfuerza si nunca va a ganar?”. Pero yo siempre he tenido claro que, aunque no sea la más rápida, tengo algo mucho más importante: paciencia. Y este año, cuando el Gran Torneo del Bosque fue anunciado, supe que tenía que participar.


El torneo se celebraba todos los años y era el evento del que todos hablaban. Este año había una novedad: ¡la carrera sería en parejas! Eso sí, no podías elegir a tu compañero, lo que añadió un toque de misterio al asunto. Los más veloces, como el zorro y la gacela, ya se frotaban las patas pensando en la victoria. Mientras tanto, yo... bueno, yo solo esperaba no tener que correr junto a un caracol.


El día del torneo, todos los animales se reunieron alrededor del gran roble donde se anunciarían las parejas. El aire estaba lleno de murmullos y emoción. Y entonces, llegó el momento.


—¡Tilly la Tortuga! —gritó el búho, que oficiaba como juez.

Sentí todas las miradas sobre mí. Oh, claro, todos pensaban que mi compañero tendría que cargar conmigo (literalmente). Pero el búho continuó:

—Y su compañera será... ¡Lili la Liebre!


El bosque entero estalló en risas. Sí, lo sé, ¿qué más se podía esperar? Una tortuga y una liebre, la pareja más absurda de la historia. Y para colmo, Lili, con su sarcasmo característico, me miró con una sonrisa burlona.


—Uy, mana, seguro van a escribir sobre nosotras —dijo Lili—, "La tortuga y la liebre, tan rápidas como la luz... apagada".


Y así, con ese mal chiste, comenzó nuestra aventura.


Al día siguiente, la carrera comenzó. Cada pareja debía recorrer un largo trayecto a través del bosque, lleno de obstáculos. Mientras los demás competidores salieron disparados, Lili y yo empezamos… bueno, con calma.


—Caminante no hay camino, se hace camino al andar —dije para motivarme.


Lili rodó los ojos.


—Sí, Tilly, pero si no apuramos el paso, ni siquiera vamos a ver el camino.


Sin embargo, no me importó. Sabía que la paciencia sería nuestra mayor aliada. Lili, por su parte, se las ingenió para burlarse de todo y de todos. Se burló de la serpiente que se enredó en una rama, del ciervo que tropezó con sus propias patas y del jabalí que, por querer ser el primero, acabó atascado en la tierra. Pobre jabalí... Pero mientras todos se enfocaban en correr lo más rápido posible, Lili y yo descubrimos que, al ir más despacio, podíamos ver todos los detalles, encontrar los atajos y evitar los problemas.


Conforme avanzaba la carrera, las cosas empezaron a ponerse feas. Algunos animales, desesperados por ganar, comenzaron a hacer trampa. Vi a la comadreja empujando a la ardilla fuera del camino, y al lobo colocando ramas para que otros tropezaran. Pero lo más sorprendente fue cuando la liebre y yo empezamos a notar que trabajar en equipo tenía sus ventajas.


Lili, con su velocidad, podía adelantarse y explorar el terreno, mientras yo, con mi calma, encontraba la mejor forma de sortear los obstáculos. Funcionábamos mejor juntas de lo que nadie, ni siquiera nosotras mismas, hubiera imaginado.


—No lo estás haciendo tan mal, Tilly —admitió Lili después de que logramos esquivar una trampa que había dejado el zorro—. A este ritmo, hasta podríamos llegar al final.

—Y no solo eso —respondí—, podríamos ganar si seguimos trabajando juntas.

Lili se rió—. ¡Ay, Tilly! ¡Qué gran lección de superación personal! Solo espero que al final no nos salga un discurso sobre la importancia del trabajo en equipo... ¡Qué cliché!


Nos acercábamos al final del recorrido. Solo quedaban un par de obstáculos más. Podía sentir la emoción, pero también la tensión en el aire. Los demás animales que habían hecho trampa ya estaban siendo descalificados, y otros se habían lastimado en el camino por su impaciencia.


Lili y yo, en cambio, avanzábamos seguras, a nuestro ritmo. Cuando estábamos a punto de cruzar la línea de meta, Lili se detuvo en seco.


—Tilly, espera —dijo con un tono que nunca antes había oído en ella.

—¿Qué pasa? —pregunté, alarmada.

—Mira, Tilly, la verdad es que podríamos ganar esto, pero... ¿de verdad importa?


Me quedé pensando. Por supuesto, ganar sería increíble, sobre todo para una tortuga que todos subestiman. Pero entonces, algo dentro de mí hizo clic.


—No —respondí finalmente—, lo que importa es lo que hemos aprendido en el camino.

Lili sonrió.

—Eso es, chica. Al final, este torneo ha sido más sobre nosotras, sobre cómo trabajamos juntas, que sobre quién cruza primero la línea.


Y así, con una sonrisa cómplice, decidimos no cruzar la meta. En cambio, nos dirigimos a la audiencia que había estado observando la carrera. Lili, con su siempre afilado sentido del humor, levantó una pata y dijo:


—¡Queridos amigos, démosle una ovación a la tortuga y la liebre, quienes, por su increíble capacidad para tomarse las cosas con calma, han decidido tomarse un merecido descanso!


El público estalló en aplausos y risas. Pero no por burla, sino porque todos entendieron la lección que habíamos aprendido.


Pero aquí viene el giro inesperado. Mientras nos alejábamos, el búho, que nos había estado observando desde lo alto de un árbol, nos detuvo.


—Tilly, Lili, esperen —dijo con una sonrisa en su pico—. He visto muchas carreras en mi vida, pero ninguna como esta. El premio no es solo para los más rápidos, sino para quienes entienden el verdadero significado del esfuerzo y la cooperación. Así que, aunque no cruzaron la línea, me complace anunciar que este año, las ganadoras son... ¡La tortuga y la liebre!


Me quedé boquiabierta—. Pero, pero, si ganaron el abejorro y la abeja —le dije con duda, mirando a la pareja voladora que ya celebraba.


El búho asintió, sin perder su sonrisa—. Sí, pero están tan enamorados y derramando miel que no les importará ceder el premio —dijo con un guiño.


El bosque estalló en aplausos, y aunque Lili, siempre lista con un chiste, dijo algo sobre cómo ahora escribirían "Tilly y Lili, lentas pero seguras", ambas sabíamos que habíamos ganado algo más valioso que un trofeo: la amistad y la comprensión de que, a veces, la verdadera victoria está en lo que aprendes en el camino. Y a nosotras nos quedó claro que esa era la mejor recompensa de todas.


Fin... ah y gracias por escuchar mi historia.


 

La canción de la historia



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