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La Fuga del Cómic: Maximus y Turbo

Actualizado: 12 dic 2024


Maximus, un héroe de cómic, y su compañero Turbo, un robot tecnológico, son transportados al mundo real tras un deseo de un niño llamado Roy. Mientras Turbo regresa al cómic para enfrentar al malvado Dr. Siniestra, Maximus se queda en la realidad para proteger a Roy y ayudarlo a defenderse en la escuela.


Imagina esto: estás a punto de dar el golpe final al malvado Dr. Siniestra. Todo está perfectamente coreografiado: el viento sopla dramáticamente, la música de fondo sube al clímax, y justo cuando te preparas para la victoria… ¡pum! Un rayo de luz te ciega.


Cuando abro los ojos, no veo viñetas. No hay narrador. Todo es demasiado… ¿real?


—Turbo, ¿qué diablos está pasando? —pregunto, esperando que mi fiel compañero, un robot tecnológicamente avanzado (para 1973), tenga una respuesta.


—Maximus… creo que estamos fuera del cómic —responde Turbo, mientras mira a su alrededor con su único ojo mecánico, claramente confundido.


El ruido es ensordecedor. Hay coches, pero no rugen como deberían; hay humanos, pero ninguno parece impresionado por mi capa ni por mis bíceps heroicos. Estoy en una calle repleta de luces y anuncios, y el aire huele a algo extraño, como si alguien hubiera dejado una pizza fuera durante días.


—Esto no es un simulador del Dr. Siniestra, ¿verdad? —pregunto, más para mí mismo que para Turbo.


—No lo creo, Maximus. Bienvenido al mundo real...


Mientras Turbo y yo tratábamos de entender este extraño lugar, escuchamos una voz detrás de nosotros.


—¡Wow! ¡Son ustedes! ¡No puedo creerlo! —Un niño de unos ocho años nos miraba con los ojos más grandes que he visto, sosteniendo lo que parecía ser un bocadillo pegajoso en una mano.


—¿Nos conoces? —pregunto, frunciendo el ceño.


—¡Claro que sí! ¡Ustedes son Maximus y Turbo! ¡Son los héroes favoritos de mi papá y míos! —grita el niño, saltando de emoción.


—Bueno, es bueno saber que tenemos fans aquí también —digo, intentando mantener la dignidad.


El niño nos explica que se llama Roy y que, de alguna manera, su deseo de conocernos nos trajo aquí. ¿Cómo lo hizo? No tengo idea, pero al parecer las leyes de la física en este mundo no tienen sentido.


Turbo, siempre curioso, toma un objeto extraño del bolsillo de Roy.


—¿Qué es esto? —pregunta, mirando el celular como si fuera una granada alienígena.


—Es un celular. Sirve para todo: jugar, hablar, aprender cosas… —responde Roy, como si fuera obvio.


—¿Jugar? ¿Aprender? Esto es definitivamente un dispositivo de espionaje del Dr. Siniestra —declara Turbo, apretando botones al azar.


Mientras Turbo explora "apps" como si fueran nuevas armas tecnológicas, Roy nos lleva a su casa. En su cuarto, lleno de juguetes y pósters de superhéroes (incluidos nosotros, obviamente), nos cuenta su problema.


—¿Problema? —pregunto, cruzándome de brazos—. ¿Qué podría ser peor que enfrentarse al Dr. Siniestra?


Roy baja la mirada.


—En la escuela… hay niños que no me dejan en paz. Se burlan de mí. Me quitan mis cosas. Quiero ser fuerte como ustedes.


Las palabras de Roy me golpean como un rayo. En mi mundo, todo es simple: los malos llevan capas negras, los buenos brillan. Pero aquí, en este extraño mundo real, las cosas no son tan claras. Los villanos no siempre se ven como villanos.


Mientras intentamos consolar a Roy, Turbo, que nunca deja de escanear, recibe una alerta.

—Maximus… tenemos un problema.


El problema, como siempre, era el Dr. Siniestra. De alguna manera, había cruzado al mundo real y ya estaba construyendo un ejército de drones para causar caos. Esto no podía ser una coincidencia; él sabía que estábamos aquí.


—Turbo, tenemos que detenerlo. Si no lo hacemos, este mundo estará en peligro.


Pero entonces miro a Roy, que nos observa con una mezcla de admiración y miedo.


—No podemos dejarlo así —murmuro.


—¿Qué dices, Maximus? —pregunta Turbo.


—Digo que tú debes detener a Siniestra y volver al cómic. Yo me quedaré aquí, con Roy.


Turbo me mira como si hubiera perdido la cabeza, pero sabe que tengo razón. Este niño necesita a un héroe tanto como nuestro mundo necesita que alguien detenga a Siniestra.


Entrenar a Roy no fue fácil. Para empezar, no tenía habilidades físicas. ¡Ni siquiera podía hacer una flexión sin caer de cara! Pero descubrí algo más importante: tenía un corazón fuerte y ganas de aprender. Le enseñé que no se trata solo de músculos o fuerza; se trata de creer en ti mismo, de enfrentar tus miedos y, a veces, de ser más astuto que tus enemigos.


Mientras tanto, Turbo libraba la batalla más difícil de su vida. En este mundo, sus habilidades tecnológicas no funcionaban como en el cómic, pero encontró formas creativas de luchar. Usó drones, hackeó redes y finalmente atrapó a Siniestra en un programa de realidad virtual, obligándolo a regresar al cómic.


Antes de desaparecer, Turbo me miró y dijo:


—Volveré por ti, Maximus. Lo prometo.


Ahora, ahora vivo en el mundo de Roy. Me enfrento a desafíos como aprender qué es TikTok, entender por qué todos cantan canciones de Taylor Swift y, lo peor de todo, pagar cuentas para escuchar canciones o ver películas. Pero cada día veo cómo Roy crece más fuerte, no solo en su cuerpo, sino en su confianza. Enfrenta a los matones, no con golpes, sino con palabras y firmeza. Y cuando eso no basta, sabe que estoy ahí para respaldarlo.


Tal vez nunca vuelva al cómic. Tal vez nunca vuelva a ser el héroe musculoso que salvaba al mundo. Pero aquí, en este extraño y complicado lugar llamado realidad, descubrí algo que no sabía: ser un héroe no siempre significa derrotar villanos. A veces, ser un héroe significa estar ahí para alguien que te necesita.


Y si eso significa quedarme aquí, aprendiendo a vivir entre humanos y sus extraños aparatos, lo haré. Porque Roy necesita un héroe, y por ahora, ese héroe soy yo hasta que se de cuenta que él, es más fuerte que nadie.


Fin

 

La canción de la historia...



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